Jesús Chacón y yo no nos conocíamos cuando él me propuso que colaborase en su nuevo proyecto. No nos conocíamos pero contábamos con tantas cosas en común (amigos, una ciudad, una forma de entender la cultura…) que nos bastaron cinco minutos para ponernos de acuerdo. Él había retratado con su cámara los ojos de mucha gente querida. Gente del arte, del teatro, de la música, del deporte… gente de una ciudad, Marbella, tan nombrada por todos como ignorada por la mayoría. Jesús se había propuesto mostrar esa Marbella más escondida, esa Marbella de “la rabia y de la idea” que cantaba Machado, esa Marbella donde late el pulso de la vida cotidiana, la que mueve, a fin de cuentas, una ciudad.
Me pedía, para ampliar el proyecto, que uniese mi mirada a la suya, que juntase mis versos a sus fotografías. En esas estuvimos un largo y fructífero verano. Él enseñándome a ver donde mis ojos de poeta no alcanzaban y yo imaginando las palabras que bailaban ocultas en sus retratos. Hoy, cuando “Miradas de una ciudad” es ya una realidad a punto de ver la luz, siento que es uno de los trabajos más hermosos en los que he tenido la suerte de participar y quiero agradecer, en lo más hondo, la oportunidad que me ha brindado para anudar mis versos (todavía un poquito más) a la ciudad y a las gentes que me vieron crecer. Gracias, Jesús. Qué no acabe la fiesta.