Las altas temperaturas de una de las noches más calurosas del verano de 2015 fueron las responsables de que el proyecto de Jesús Chacón, “Miradas de una ciudad”, empezara su recta final. Fue en el jardín de su casa, de su estudio, testigo de tantos días y noches de trabajo. Tras un periodo de preparación de tres años, este trabajo se iba a convertir en el más importante de cuantos ha hecho, todo un reto personal, que iba a dejar de ser un proyecto para convertirse en realidad, una realidad que él mismo desconocía, la de conseguir reflejar el alma de una ciudad a través de las miradas de sus protagonistas.
Las reuniones acompañadas de la familia, de los amigos y de unos buenos vinos, son las que más me gustan. La tarde ya prometía, saboreamos las primeras chuletas recién sacadas de la brasa y las primeras ideas comenzaron a surgir con los pies remojados en la piscina. Sin lugar a dudas, tenía que salir bien.
Jesús Chacón es un excelente anfitrión y sabe transmitir en cada momento la pasión con la que hace su trabajo. Y ese ha sido su principal objetivo en el proyecto: generar una energía positiva y transmitirla a todo el que fuera retratado o formara parte del equipo. Ha conseguido que “Miradas de una ciudad” se convierta en un proyecto colectivo en el que él adopta el papel de padre y en el que los demás, poco a poco, nos hemos ido convirtiendo en una familia deseosa de que el proyecto llegue a buen puerto, aportando ideas y distintos puntos de vista. Además, ha conseguido que se convierta en un trabajo multidisciplinar, formado por un equipo donde caben artistas, diseñadores, escritores, programadores web, agitadores culturales, expertos en imagen y comunicación, galeristas… En definitiva, amigos, que ya lo eran o que se han convertido en ello por el hecho de trabajar juntos para conseguir que se escuchen sus voces a través de estas miradas.
El vino empezó a surtir efecto y empezamos a concretar las dimensiones del proyecto: fechas, objetivos, promoción y, lo más importante, el nombre de la criatura. Hasta ese momento se habían barajado varias posibilidades, entre las que destacaba el de “Retratos de una ciudad”.
Cada persona forma parte de la ciudad y la ciudad habla a través de los ojos de cada persona.
Sin embargo, dentro del estudio y contemplando, proyectados en la pared, los retratos en silencio de los protagonistas, observamos que lo más importante eran sus miradas. Unas fotografías mudas, pero con miradas que hablaban y en las que cada retratado transmitía algo diferente, algo de lo que Jesús ya se había convertido en confidente y de lo que, a través de su objetivo, estaba dispuesto a mostrar al público.
A medida que pasaba la noche, nos dábamos cuenta de que cada persona formaba parte de la ciudad y la ciudad hablaba a través de los ojos de cada persona. Ambiciones, proyectos frustrados, separaciones, amores, raíces, luz, color, música, encuentros y desencuentros, amistad, desarraigo, superación, lucha, desencanto, felicidad, libertad, opresión y sueños… Y como reclamo, el mar, un mar que nos une y nos llama cada vez que nos alejamos de nuestra ciudad.
Jesús Chacón ha conseguido con “Miradas de una ciudad”, algo muy difícil, fotografiar una ciudad sin casas, sin parques, sin playas, sin cielo, sin música, sin plazas, sin bares, sin árboles… pero que se percibe a través de los ojos de sus protagonistas, que son todos los que están, pero que, desafortunadamente, no pueden estar todos los que son.
Andrés Ruiz