Narradora y nadadora, la Literatura y el Mar conviven armoniosamente en el cuerpo/territorio de esta novelista con base en Nueva York cuyas novelas se traducen a todos los idiomas. La entrevistamos vía email para que nos recordara cómo fue su participación en el proyecto “Miradas de una ciudad”, del fotógrafo Jesús Chacón, que se presenta el 28 de marzo en el Museo del Grabado de Marbella.
¿Cuál es tu vínculo con Marbella?
Nací en Sevilla, pero toda mi familia materna es/vive en Marbella. Ha sido la mitad de mi cuna. Asimismo, debido a mi pasión por el mar, ha significado siempre mi libertad.
¿Qué recuerdas de la primera vez que Jesús Chacón te hablo del proyecto “Miradas de una ciudad”?
Creo recordar que yo estaba en tránsito en un aeropuerto, pero que el proyecto me entusiasmó tanto que le estuve contestando mientras cargaba las maletas (con un gran resfriado añadido). No podía esperar a estar en un lugar más tranquilo para responder.
¿Cómo fue aquella sesión? ¿te sentiste cómoda?
Yo nunca me siento cómoda frente a una cámara, pero dentro de esta condición mía, me sentí tranquila y con mucha confianza en el talento de Jesús.
¿Te reconoces en ese retrato en blanco y negro?
Reconozco una parte de mí que no es la más representativa, una parte distante o fría, y eso me gusta, porque mis cualidades más comunes las veo todos los días en el espejo. Considero que uno de los mayores logros de un artista es enfrentarte contigo mismo, con esa parte más desconocida.
En tus libros, ¿se refleja Marbella de alguna forma?
En casi todo lo que escribo el mar tiene una importancia clave, y el mar donde más he nadado es el de Marbella. Después están los resortes inconscientes que una no puede controlar pero que son igualmente relevantes para la escritura: todo ese bagaje emocional que procede de la infancia y la adolescencia, sobre el que se asienta el material sobre el que un escritor escribe. Pienso que la escritura se conforma mediante sensaciones y mediante conocimiento. Yo le atribuyo a las sensaciones la parte más importante, y éstas se alimentan especialmente en nuestros primeros años de vida. Tal vez parezca pueril, pero a mí me marcó mucho poder ver otro continente desde mi ventana. Si lo pensamos, hay pocos lugares en el mundo que nos permitan este lujo. Solía pasarme las horas pensando cómo sería África, esa África sobre la que había leído gracias a Joseph Conrad, y me maravillaba saber que una franja de mar tan estrecha me separaba de algo tan distinto. Tal vez ahí estuvo la simiente de mi interés por lo diverso, lo que nos interpela, lo que nos cuestiona.
Has hablado en alguna entrevista de «nadar en contra de la corriente». En tu trayectoria profesional, ¿en qué momentos has sentido que nadabas en contra de la corriente ?
No sólo en mi trayectoria profesional, también en mi vida personal suelo nadar a contra corriente. Creo que el único modo que tiene un autor para ejercer la escritura legítima de un texto consiste en posicionarse en un continuo acto de resistencia. El acto de escribir está hoy en día y más que nunca sujeto a unas leyes de mercado y a una política que asfixian la vida de la obra. El conflicto radica en que el escritor sabe de antemano que este acto de resistencia, que resulta en un texto más creativo en tanto que es más autónomo, implica una menor visibilidad, en el mejor de los casos, y una absoluta invisibilidad, en el peor. Por ahora he intentado ser fiel a lo que el texto (y no yo) requiere, y estoy muy satisfecha y agradecida por la buena recepción, pero también soy plenamente consiente de que si me promocionara algo más, si adulara a esos pececillos que requieren ser adulados o me presentara a más premios (en mi vida sólo me he presentado a tres) mi visibilidad podría ser mayor. Pero está bien así. Siempre elegiré calidad por encima de la visibilidad.
Retrato Marina «Miradas de una ciudad»
Retrato Marina «Miradas de una ciudad»¿Qué lugares o momentos en esta ciudad señalarías como más poéticos o literarios?
Desde luego, el faro, donde solía pasar bastante tiempo con mi amigo Jorge Casesnoves. Además me encantan los perros y él siempre ha tenido unos cuantos. Ver el atardecer desde ese punto, en un lugar tan simbólico como un faro, me llenaba de endorfinas. Y luego está la parte campestre, tan deliciosa y versátil: es perfecta para pasear, para hacer escalada o simplemente para mirar y oler, y esto, el olor de la vegetación y la tierra de estos lugares de Marbella también me activa muchos recuerdos.
¿Cuál ha sido tu experiencia a nivel cultural en la ciudad? ¿Has echado de menos algo?
Hace años que sólo voy durante el verano cuando, como en todas las ciudades, la vida cultural está menos activa, así que realmente no tengo información para responder esta pregunta.
En la actualidad vives en Nueva York. ¿Qué te llevó a trasladarte allí?
Una beca de doctorado. Cuando quise volver a España me dieron un trabajo en la Universidad y me quedé, porque al fin y al cabo me permitía volver a España durante tres o cuatro meses al año.
Eres nadadora profesional, de larga distancia y también has practicado nado de apnea. ¿Te inspirabas mientras practicabas? Es decir, cómo ha influido esto en tus trabajos literarios.
En realidad no soy profesional porque no me gano la vida con ello, pero sí es parte fundamental de mi día a día. El agua, y por muy arcano que parezca, es determinante para mi escritura, tanto es así que si no tuviera acceso al mar o a una piscina no sé si podría seguir escribiendo. El agua me acerca a la intimidad de lo que realmente quiero escribir. El agua, de alguna manera, me quita el ruido y me permite escribir con menos filtros frente a esa afasia que a veces se me impone. Mientras estoy en un medio acuático todo llega sin necesidad de llamarlo, en cierta manera funciona al igual que los sueños, y la narración aparece ya con un nivel bastante elaborado de organización. Oliver Sacks solía decir que prefería escribir en lugares donde pudiera escuchar el sonido del agua, porque le permitía pensar con mayor lucidez, e imagino que esto tiene que ver con cuestiones neurológicas. Nuestro cuerpo no puede haber olvidado su pasado acuático.
Impresión retrato Marina para exposición.
¿Has participado alguna vez en los ciclos de Marpoética de Marbella? ¿O has oído hablar de ellos?
No he participado nunca. Hasta ahora no he querido publicar poesía.
Cuando trabajas una nueva novela hablas de que lo primero que tienes en la cabeza es como un símbolo, un haiku. ¿En qué símbolo o en qué haiku andas ahora?
Me gustaría volver a escribir cuentos, me encanta como género. Próximamente publico una novela con Anagrama y creo que entonces empezaré con un libro de relatos, así como con otra novela que tiene que ver con los abusos por parte del sector médico privado.
Cuando vuelves de una ciudad como Nueva York, qué Marbella ves o sientes.
Paso en Marbella, al menos, tres meses al año. Cuando regreso, siento que vuelvo a la calidad de vida. El cuerpo se me acompasa con la mente y me relajo. El aire se respira mejor, no tengo que filtrar el agua que bebo ni vivir gran parte del día bajo tierra, en un metro. Necesito los estímulos de Nueva York, y en gran medida ya pertenezco a esa ciudad, pero los estímulos de todo tipo que me proporciona Marbella son complementarios y vitales para una escritura (y una cabeza) sana.
Eres una persona optimista. ¿Un mensaje esperanzador para la cultura en España?
Ya creo que no soy una persona optimista porque viendo la evolución que la situación mundial ha seguido hasta hoy el optimismo ha terminado por parecerme una irresponsabilidad. Creo que como raza –a no ser que se nos cruzaran los cables de un día a otro y en el mejor de los sentidos– hemos fracasado. Sin embargo sí soy extremadamente alegre, así que mi mensaje sería: Si no podemos hacer las cosas mejor, al menos concedámonos la alegría mutua. Y en Marbella la alegría, por fortuna, se sigue cultivando. Cualquier cultura que surja de ésta será fructífera.
Entrevista: Rosa Marqués
@rocamarcar