Los grupos de largo recorrido tienen un algo entrañable para el público. Este es el caso: la banda de Fabí, músicos de corazón, siguen a pie del cañón. Hoy Briatore, ayer los míticos La Leshe que Mamate siguen en la carretera y son de Marbella “aunque ninguno se llame Gunilla”, como decía Julián Hernández, de Siniestro Total. Hablamos con él para que nos contara cómo ve el panorama cultural de la ciudad, a pocos días de la presentación del libro y exposición “Miradas de una ciudad” de Jesús Chacón, en el Museo del Grabado Español Contemporáneo.
¿Quién te habló del proyecto por primera vez?
En Marbella somos como un tejido bien entrelazado, como vasos comunicantes. Cuando alguien hace algo se suele enterar el otro rápidamente. Y cuando Jesús comenzó el proyecto, yo tenía un nexo con él, Andrés Ruiz, que me lo contó enseguida. Ya había visitado su estudio y me encantaba su obra. Además, tenemos amigos comunes de la época de cuando el puerto deportivo era el puerto. Y para mí fue una sorpresa que quisiera contar conmigo.
Concierto de Papel Bar año 1986.
Tú perteneces al gremio de la música. De hecho, formabas parte de una banda mítica…
Sí, La Leshe que Mamate y actualmente sigo con gran parte de la formación inicial, ¡desde los tiempos de instituto! Ahora somos Briatore y estamos preparando el tercer disco. Pero mientras tanto, me he dedicado a hacer otras cosillas. Saqué una novela, que se llama La Vida Láctea, una visión literaria de toda esta movida que hubo en Marbella del 85 al 95. Y ahora estoy trabajando en otra.
Portadas discos.
Y La Vida Láctea, ¿aún se puede encontrar?
Pues fue algo muy artesanal. Decidimos apostar por esta historia mi pareja y yo. Hicimos una auto edición que se vendió súper bien por el mundillo de la música. Aún se puede obtener a través de facebook, donde La vida láctea tiene una página, mediante la cual sigo haciendo envíos.
Y en plan alternativo, estuvo en La Polaca, de Francis. Ahí aparece gran parte de esta Marbella que retrata Jesús.
Decías que en Marbella existe un tejido cultural entrelazado, ¿a qué te referías?
Son historias de amistad. Yo todo lo que he hecho en la vida, al final, está relacionado con la amistad. Mi grupo no es un grupo de músicos sino un grupo de amigos que hace música y ese tejido es el que es muy denso en Marbella. Por ejemplo, ¿cómo conecta Alejandro Pedregosa, el escritor, conmigo? Pues a través de otra gente amiga y de los conciertos donde nos reunimos, de los bares, de las exposiciones… Cuando surge una iniciativa destinada a este gran grupo nos vemos todos. Las caras de las 50 o 100 personas más habituales suelen estar ahí.
¿Cómo era aquella Marbella underground?
Yo era al principio un fan de los mayores a los que veía vestir con ropas especiales. En un momento dado, pasé a formar parte de ese universo. Había muchas iniciativas culturales por todos lados, exposiciones, teatros… Hubo unos pioneros que tiraron de una Marbella que iba despertando en los 60 y en los 70 del Franquismo y después nosotros en los 80 y así hasta los 90 que entró GIL y se acabó todo.
¿Qué pasó con ese tejido cultural y ese entramado vibrante?
De pronto hubo un golpe en la mesa de la España más rancia, de esos que piensan que la cultura es cosa de tres hippies y de gentuza. No estoy imaginando, estoy parafraseando. Se nos llamaba babosos, vagos, holgazanes… Aquí se quería pegar el pelotazo y entonces sobraba todo lo que no fuera eso. Incluido el deporte. No hablo solo de la cultura. Aquí interesaba hacer negocio rápido, recalificaciones sin parar, incluidos los edificios culturales como el teatro de Marbella, los locales donde se daban conciertos, el propio puerto deportivo… y se ninguneaba a los artistas. La mayoría se marcharon a Madrid, como David Delfín, Mariola Fuentes, Jarillo… Otros que se quedaron aquí se refugiaron en las catacumbas como los cristianos cuando eran perseguidos, haciendo lo que podían. La mayoría se desanimó, menos algunos ilusos que quedamos por ahí con ese sueño. Y ahí seguimos, cada uno con sus profesiones y, aunque no de manera profesional, sí de manera emocional. Mantenemos ese vínculo con todos los que forman este tejido que supongo, a estas alturas, es indisoluble.
Retrato Miradas de una ciudad.
¿Qué recuerdas de aquella sesión fotográfica con Jesús?
Recuerdo que hacía buen tiempo porque llevaba ropa cómoda y que fue por la tarde. Era una situación para mí extraña porque yo soy muy tímido y cada vez que he tenido entrevistas en la radio o en la televisión, o he tenido que hacerme fotografías, me violenta un poco. Pero Jesús es un especialista en crear un clima de confianza, de tranquilidad. Reconozco que me asombró a mí mismo y que dije: “¡Joder, si me lo he pasado bien!”. Parte del arte de Jesús es crear ese clima para que el que hace de modelo sea él mismo. Normalmente delante de una cámara no somos nosotros.
La Marbella de hoy, ¿qué ha perdido?
Ha perdido entusiasmo. Ahora cada uno va por su cuenta. Ya no es la que era. Aunque hay unos medios alucinantes para la creatividad, todo está más oculto en la maraña. En este conglomerado de información, a veces cuesta encontrar, pero hay muchas cosas interesantes. También ha perdido inocencia y capacidad de sorpresa. Con internet afortunadamente se democratiza la promoción de las obras. La Leshe pasó en una semana de tocar en el bar Papel para 50 personas a reventar una caseta de 800 por el hecho se salir en la 1 de televisión. Los medios, por escasos, dotaban de cierta dosis de mitificación.
¿Esperas algo de las instituciones?
La verdad es que a mí no me entusiasma sentirme parte de las instituciones, creo más en la independencia. Creo que se desvirtúa un poco cuando meten la mano porque normalmente son manos interesadas. Tampoco a la gente en general le gusta el arte, sino que lo que le gusta es la fama. Por ejemplo, les gusta Antonio Banderas porque es famoso no porque es actor. Y hablo de él porque ahora viene al Starlite y le hacen fotos pero antes no le hacían ni caso. Pero no, en mi grupo por ejemplo no esperamos nada de nadie. Ni tampoco creo que tener un apoyo institucional detrás favorezca la creatividad. A nivel de medios, igual sí, pero no mucho más.
Disco Briatore + libro ´La vida láctea´
¿Cómo ves Marbella dentro de 20 o 25 años?
Buff… Creo que están ocurriendo una serie de cambios impredecibles. Yo siempre he sido mal Rappel y en estos momentos veo cambios sociales o culturales desconcertantes. Soy positivo y estoy expectante. Pienso que el ser humano siempre irá a mejor pero ahora mismo mi capacidad de predicción está por los suelos. Veo movimientos, especialmente por las redes sociales, que me asombran, de cómo la gente se está quitando caretas, para lo bueno, y para lo malo.
Eres profesor de Biología y trabajas con gente joven. ¿Tienes esperanza de que estas generaciones sigan avivando la cultura?
Mis alumnos son de Secundaria y Bachillerato. Yo veo una sociedad (dentro y fuera del colegio) más auto complacida, más de mirarse al ombligo, más cómoda… Veo que cuando lo tienes todo, a veces, se pierde el hambre y cuando se pierde el hambre, a veces, se crea menos. Creía que la información ingente que nos llega nos iba a dar un pensamiento crítico mayor, más agudo, y veo que, precisamente, el pensamiento se está alineando más que nunca y que las inquietudes son menores o están más localizadas. Y claro este efecto contrario al que yo esperaba en formación me hace pensar que no puedo decir ni a dónde vamos ni dónde estamos.
Hay más aislamiento, menos calle, menos reunión. Se hace todo online y esa parte física de la reunión, de mirar a la cara a la gente, de compartir un café una cerveza o un paseo se está llevando a otro tipo de escenarios. Pero bueno, es distinto, no soy para nada catastrofista. No es ni mejor ni peor. Solo diferente.
Retrato Miradas de Una Ciudad.
Hablando de la falta de encuentro en los espacios físicos. ¿Tal vez si hubiera en Marbella un punto de encuentro cultural sería más visible el Arte y la Cultura?
Sí, estoy de acuerdo. Por ejemplo, en el deporte, ¿por qué algunos países son especialistas en un deporte? Pues porque lo pueden practicar. ¿Por qué ganan los noruegos o los suecos en esquí alpino? Porque tienen nieve. Si no tienes espacios culturales donde desarrollarlos, ojos que no ven corazón que no siente. Que no haya espacios institucionales tiene la ventaja de que gana la creatividad en cuanto a espontaneidad, pero la gente se ha acomodado a solo darle a una teclita, y claro, con este panorama el que haya un espacio físico es fundamental. La Polaca o Paquito El Limpio son maravillosos pero insuficientes.
¿Qué demandas haces al sector público?
En cuanto a música y literatura, tener un local donde los grupos puedan tocar, una sala no enorme, no un Starlite, que también, sino una sala de 200 o 300 personas con un equipo estable de sonido y que vayan pasando ofertas culturales de tipo medio. Y en cuanto a literatura, que existan foros literarios que, hoy en día, excepto la Fnac, en el Centro Comercial La Cañada, privado, tampoco existen.
Video-Clip Briatore «Troubles».
¿Y a los usuarios de la Cultura le dirías algo?
Sí y no… Marbella es muy rara. Es una ciudad donde todo el mundo se queja pero luego no van a ningún sitio. Para que esa sala funcionara de verdad tendría que tener una demanda y realmente no existe. Por ejemplo, Rubén Pérez del bar Fiesta en el Mercao hace un esfuerzo enorme con el colectivo Gato Macho pero, ahora mismo, un concierto que no sea de luces y flashes de Starlite no creo que reúna a más de 50 o 100 personas en Marbella. Ahora, eso sí, quejándose medio pueblo.
Creo que ocurre en muchos lugares del sur, ¿no te parece?
Sí, pero aquí tiene la particularidad de que solo se apuesta a lo grande. Si se trae tenis, por ejemplo, se trae una Copa Davis, pero después, la cantera no interesa nada. Es verdad que cuando vamos a tocar a Madrid o a Barcelona todo el mundo se queja de lo mismo. Lo que decía, no interesa el Arte, sino la fama.
¿Propuestas, alternativas?
Creo que independientemente de por dónde vaya todo, hay que currarse las cosas, seguir. Hay dos opciones: o te quedas quejándote o te buscas la vida. Lo fácil es patalear. Nosotros hemos cogido muchísimas veces la furgoneta para tocar en Sevilla para 30 personas. A veces hemos tocado para 500 y otras para 20, pero quedarte llorando porque no se hace nada, esa no es la actitud.
Entrevista: Rosa Marqués
@rocamarcar